Día de la salud mental
- Estrellita Taína García Jiménez
- 10 oct
- 6 Min. de lectura
Cada octubre existe una fecha de especial significado para todas aquellas personas interesadas en la psicología y la psiquiatría: el Día Mundial de la Salud Mental. Como a veces pasa con los días conmemorativos, podría parecer que lo que se pretende visibilizar solo existe durante esas 24 horas y el resto del año pasa a un segundo plano.
Sin embargo, la salud mental nos acompaña en cada paso y aspecto de nuestra vida, la frase mens sana in corpore sano nos habla del impacto de cómo nos sentimos en nuestro cuerpo tanto en el plano mental como físico. No existe el uno sin el otro.
Los primeros estudios que evidenciaron su importancia se realizaron en entornos hospitalarios con pacientes crónicos. Se observó que la recuperación se aceleraba cuando la habitación tenía vistas a zonas con árboles y naturaleza. Por el contrario, los pacientes con vistas menos reconfortantes experimentaban una recuperación más lenta.

¿Cómo entendemos la salud mental?
Seguramente habrás escuchado la frase «ningún tiempo pasado fue mejor». Pese a que el futuro suele poseer la ventaja de un mayor avance por la acumulación del conocimiento de otras generaciones, no siempre ha sido así. Han habido ganancias y retrocesos históricos en cuestiones de salud mental a lo largo de diferentes épocas de la humanidad. Su definición ha terminado por asociarse con la estabilidad en el carácter, comportamientos y pensamientos de una persona.

Actualmente es fácil confundir ocupación con salud, y es que una gran parte de las personas que atiendo, e incluso y yo misma, vivimos en una vorágine de actividades incesantes. Hasta durante las vacaciones, entre compromisos académicos y laborales no cesa la actividad, como si constantemente tuviéramos que vivir mostrando la cantidad de cosas que hemos conseguido o los sitios que hemos visitado.
Por esa razón, el cómo entendemos la salud mental hoy en día tiene que ver más con la acumulación que con lo necesario realmente. Me gusta pensar que la mente de cada persona es como una casa, algunas tendrán muchos objetos que pueden dificultar una convivencia saludable y tranquila al estar desordenada.
En cambio, otras pueden tener una variedad importante de objetos, pero su organización permite que puedas utilizar con normalidad la cocina, el salón o el dormitorio sin que estés obligado a vivir en un sitio por la falta de espacio.
Incluso habrán algunas que tengan lo básico de manera minimalista y funcionen adaptándose. Así que a la respuesta de cómo entendemos la salud mental, más que de cantidad de cosas que poseemos, hacemos o mostramos, se relaciona con la calidad de relaciones con otras personas y contigo.
¿Qué necesitamos?
No todo puede reducirse a las relaciones con otras personas. Una vez satisfechas nuestras necesidades básicas, la propia descripción de lo que creemos que necesitamos habla de las relaciones que mantenemos.
La pirámide de Maslow es uno de los gráficos más famosos para entender qué puede motivarnos a comportarnos de la manera en la que lo hacemos. En él existen diferentes niveles de necesidades jerárquicas.

Las necesidades humanas no son únicamente fisiológicas, sino que se corresponden con las exhibidas en una gran parte de los mamíferos: el apoyo externo y la seguridad de nuestro entorno. Por ejemplo, sentir seguridad física gracias a un techo sobre tu cabeza o mediante un trabajo que te permita cubrir tus neesidades ayuda a regular la incertidumbre através la previsión.
Por otro lado, aunque tengas todo el control, una vida sin compañía carece de sentido al no ser compartida con personas significativas. Para sentir seguridad, pertenecer a un grupo de referencia y sentir que nos quieren es esencial. Sentirte como un individuo valorado, respetado, competente o con confianza incluye el propio reconocimiento de tu persona.
Sin embargo, lo más valioso es la autorrealización, conseguir la mejor versión de ti, favoreciendo el deseo de vivir con sentido y plenitud, más allá del éxito externo. Si lo traducimos, esto se refiere a que de todo lo que podemos necesitar, la honestidad sobre lo que queremos hacer y lo que sentimos que es correcto se convierte en la máxima del ser humano.
Lo que cada persona necesita debe hallarlo en el proceso de descubrir sus propios valores en teoría y a través de la práctica. El realizar diferentes actividades puede ayudar a reconocer con qué conecta más emocionalmente cada persona.
Basada en mi experiencia terapéutica, aunque cada persona le pone nombres diferentes: nuestros seres queridos, nuestros sueños personales y nuestro tiempo son de los aspectos más queridos una vez que podemos reunir lo básico (vivienda, trabajo, estabilidad y servicios de educación y enseñanza de calidad).
Cada persona debe descubrir en qué necesita enfocarse, ya que nuestras necesidades cambian según nuestras circunstancias, entender nuestro contexto sin asumir roles que nos etiquetan en una única posición puede ayudarnos a entender qué tipo de autocuidado se nos ajusta mejor.
Autocuidado
Una vez, un paciente me dijo que ya lo había probado todo. Desde el autocuidado viajando solo, regalándose sesiones de spa y saliendo con amigos, pero que no le funcionaba. Una parte del autocuidado implica curiosidad por conocer lo que cada quien necesita para cubrir sus propias necesidades, además de la iniciativa o proactividad para llevarlo a la práctica. Un paso esencial es aprender a entablar un diálogo interno y entender las señales de nuestro cuerpo.

Una medida para lograrlo es entrenar nuestra atención para captar hacia dónde ha ido nuestra atención, observar con desapego lo que haya captado y luego redirigir deliberadamente nuestra atención hacia donde elegimos en ese momento. Hay que aprender a atrapar nuestra curiosidad y redirigir tantas veces como sea necesario. Nuestra atención divaga tan fácilmente que, a lo largo de un solo día, la media de pensamientos humanos ronda los 70.000.
Pensemos en la atención como un músculo que debemos ejercitar regularmente para que no se debilite y no funcione tan bien. Hay dos formas en las que puedes darle a tu atención un entrenamiento regular concentrándote en tareas mundanas y a través de la meditación, los cuales son ejercicios de reentrenamiento de la atención basados en la atención consciente.
Prestar atención deliberadamente a lo que está sucediendo en el momento presente, y hacerlo con una actitud de aceptación hacia cualquier cosa que notes puede desarrollar tus habilidades como observador. De esta manera, te conviertes en alguien que observa tu experiencia, como por ejemplo tu respiración, sensaciones corporales, pensamientos, sentimientos, sonidos, sabores, olores, imágenes, etc.
No juzgar como bueno o malo lo que sea que estés experimentando, sin alteraciones ni cambios que afecten a la experiencia, solo ve. Es esencial para desarrollar un autocuidado pleno a través de la autocompasión.
La atención plena hacia nuestras necesidades también implica notar cuando nuestra atención se ha desviado del momento presente y redirigirla suavemente de regreso al aquí y ahora. No es un intento de controlar tus pensamientos y sentimientos o de hacer que desaparezcan. Se trata de permitir que estén presentes dentro de ti y, al mismo tiempo, elegir centrar tu atención en algo que te gustaría atender en el momento presente.
Necesitamos entender el autocuidado desde la autocompasión, dándole prioridad a escuchar lo que necesito. Gestionar lo que ocurra desde una perspectiva que no venga desde un lugar de juzgar con dureza o comparaciones negativas, tomando una actitud cálida cuando cometemos un error o sufrimos. Ofrecernos cuidado y consuelo al igual que se lo daríamos a otra persona que queremos y sabemos que está pasando por situaciones complicadas.
Para este fin, observar nuestros pensamientos y emociones dolorosas con claridad, sin exagerarlos ni reprimirlos, nos puede ayudar a reconocer la imperfección y el sufrimiento como parte de la experiencia y no solo como una vivencia únicamente propia. Llevado a la práctica, nuestro autocuidado puede estar más conectado con respeto propio que con cumplir una lista de tareas antes de morir que resulten placenteras.

La salud mental no es una actividad de un día: requiere cuidados constantes. Es un ser vivo que precisa atenciones adaptadas a sus necesidades. Es buena idea es reforzar nuestras propias capacidades utilizando un diario de logros y agradecimientos de manera diaria. Podemos empezar tomando a otras personas como espejo, describiendo un listado de características ajenas que nos resultan atractivas.
En este sentido, nuestro equilibrio, autocuidado, autocompasión y monólogo interno son clave a la hora de gestionar de manera saludable la autocrítica. Mejorar nuestra salud mental requiere alejarnos de nuestra propia evaluación constante. Las conductas no se heredan, sino que se aprenden.
«Salud mental» implica un componente físico, pero también ambiental, ya que la precariedad y la falta de oportunidades también puede producir problemas que requieren de ayuda profesional y especializada.
Proyecto Kintsugi te ayuda a cuidar tu salud mental mediante la colaboración con profesionales, fomentando la curiosidad por tus propias características y circunstancias.
María Gálvez
Psicóloga general sanitaria
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