top of page

Pensamientos intrusivos

  • Foto del escritor: Estrellita Taína García Jiménez
    Estrellita Taína García Jiménez
  • 23 oct
  • 7 Min. de lectura

Los pensamientos son parte de nuestra cognición, son asociaciones inconscientes de nuestros recuerdos y de lo que vemos a nuestro alrededor. Expresan, en algunas ocasiones, nuestras necesidades.

Por otro lado, los pensamientos intrusivos entran sin ser llamados. Aparecen de forma repentina en nuestra mente debido a asociaciones inconscientes entre nuestras vivencias directas e indirectas. La ausencia de control que tenemos sobre los mismos genera un rechazo sistemático, sumando a que su contenido generalmente es perturbador, extraño o contradictorio a nuestros valores. Todo esto tiene a generar malestar, miedo o culpa, entre otras emociones que pueden percibirse como fenómenos poco agradables pese a que son un proceso de autorregulación mental.


ree

¿De dónde vienen?



ree

Los pensamientos intrusivos no llegan por casualidad, sino que aparece después de que asociemos situaciones concretas con nuestros mayores miedos y preocupaciones. De esta manera, en cuanto vivimos una de esas situaciones similares al pasado, en nuestra mente aparecen estos pensamientos.

Sin embargo, esto no es un requisito estricto. No siempre tenemos que vivir una situación claramente visible para que aparezcan, a veces aparecen asociados a nuestros propios pensamientos o sensaciones corporales. En consulta es frecuente escuchar expresiones del tipo de: «no puedo quitarme este pensamiento por mucho que me concentre», «el pensamiento me domina, me es imposible dejar de pensar» o «es agotador intentar quitar de mi cabeza estas ideas y muchas veces no lo consigo».

Los pensamientos intrusivos suelen tener ciertos tipos de contenido:

  1. Violentos o agresivos: Pensamientos obsesivos relacionados con el miedo a hacerle daño a otras personas, incluyendo imágenes de violencia hacia seres queridos, el temor de perder el control o de actuar agresivamente. Por ejemplo, pensar en empujar a alguien por las escaleras.

  2. Sexuales: Pensamientos obsesivos asociados a imágenes sexuales inapropiadas. Comprenden desde pensamientos sexuales hacia personas no deseadas en ese sentido, como familiares, menores o figuras de autoridad, dudar sobre la propia orientación sexual en personas que no muestran esas tendencias o inclusive el miedo de haber hecho algo sexualmente inapropiado sin recordarlo.

  3. Religiosos: Son aquellos que comprenden el miedo a ofender a Dios o faltar al respeto a una figura religiosa con pensamientos blasfemos involuntarios durante la oración o en espacios sagrados, así como la obsesión con la moralidad o pureza espiritual.

  4. De contaminación: Pensamientos obsesivos asociados a un miedo excesivo a los gérmenes, virus o sustancias tóxicas. Incluyen pensamientos persistentes sobre estar sucio o contaminado.

  5. Relacionados con la identidad: Dudas obsesivas sobre quién eres realmente, crisis de identidad no deseadas, cuestionamientos angustiantes sobre la personalidad o valores, entre otros ejemplos.

  6. Relacionados con el amor: Dudas constantes sobre si se ama lo suficiente a la pareja o comparaciones obsesivas con otras relaciones.

  7. Sobre la muerte o el suicidio: Pensamientos sobre imágenes de la propia muerte o de suicidarse, sin desear realmente hacerlo.

  8. De tipo mágico o supersticioso: Pensamientos obsesivos que asocian consecuencias fabricadas de manera irracional. Desde la necesidad de pensar en rituales mentales para prevenir desgracias como «si no hago esto, pasará algo malo».


¿Por qué los tenemos?

ree

Es probable que el no querer pensar sea precisamente lo que mantiene los pensamientos intrusivos. Vamos a entenderlo a través de un sencillo ejercicio: Imagina con todas tus fuerzas un señor sentado en un sillón, con una chistera o sombrero de copa y un puro en la boca. Intenta darle todos los detalles que consideres, como si lo estuvieras viendo en este instante. 

Haz este ejercicio con los ojos cerrados en un lugar tranquilo y comprobarás que, si te sugiero que pares de pensar en ese señor, que borres esa idea de tu cabeza y te esfuerces para que no aparezca con más fuerza que antes en tu cabeza. Cuanto más te esfuerces en ello, más pensamientos intrusivos aparecerán.

Otro de los mecanismos que promueven la aparición de este tipo de pensamientos es la constante evaluación de ellos. Por ejemplo, cuando buscamos si han aparecido o no a lo largo de nuestra rutina, lo cual ocasiona que reaparezcan al instante. Si descubrimos que no estamos pensando en ello y nos sorprendemos por esta novedad, acabamos invitándolos a entrar en nuestra vida.

La interpretación de nuestras sensaciones físicas es otra de las causas que pueden desencadenarlos. Pese a que estas sensaciones son señales de nuestro propio organismo para autorregularse, pueden darnos algunos quebraderos de cabeza. Hagamos otro ejercicio: piensa en algo que te preocupe o te dé miedo. Si notas la más mínima señal de que tu cuerpo refuerza estas sensaciones, es muy probable que tus emociones se intensifiquen.

Recuerdo una persona que conocí hace tiempo que decía: «me preocupa morir asfixiado». Cada cierto tiempo tenía problemas para respirar debido a altos niveles de ansiedad, los cuales le producían una hiperventilación, acudía a urgencias pensando que iba a morir. Me preguntaba por qué únicamente de esa forma y no de otras, ya que hay muchas maneras de morir y por estadística esta no era de las más comunes. Un día me llegó a decir que generalmente era la sensación más frecuente que sentía y si su cuerpo lo expresaba fisiológicamente tenía que ser por algo. 

En este caso, la hiperventilación era una señal para él de que estaba muriendo asfixiado debido a que sus pensamientos intrusivos estaban relacionados con el miedo a la muerte. Los pensamientos intrusivos sobre que iba a morir asfixiado empezaron después de ver como una persona cercana fallecía de un infarto.

Si pensamos en situaciones que facilitan la aparición de pensamientos intrusivos, o mejor dicho, el posible origen de este mecanismo mental, tendríamos que entender que es un proceso automático e involuntario. No elegimos tener estos pensamientos, en cambio su aparición es inconsciente ya que van en contra de nuestra propia voluntad.

ree

Los pensamientos intrusivos, a diferencia de los delirios o las alucinaciones, son contenido mental que podemos reconocer como propios de nuestra mente pero no del razonamiento voluntario, a causa de los intentos por bloquearlos y el rechazo que nos generan.

En el único caso donde aparecen pensamientos conscientes es después de la evaluación emocional de los pensamientos intrusivos, especialmente tienen más fuerza aquellos que van contra nuestros propios conceptos éticos y morales. Especialmente en aquellos cuyo contenido es de carácter violento, sexual o religioso. Por ejemplo, pensamientos intrusivos sobre la idea de que vas a tener relaciones con el vecino. 

Estos pueden llevar a pensar que quieres ser infiel cuando realmente tienen otro significado. Este tipo de interpretación pueden generar sufrimiento y culpabilidad por siquiera tener el pensamiento.

Generalmente, podemos entender que son irracionales y absurdos con el paso del tiempo, pero hay una expectativa de que puedan llegar a cumplirse como ocurre con las supersticiones. Los comportamientos supersticiosos son comunes, aunque no sean objetivamente adecuados. Como tocar madera a pesar de ser conscientes de que es absurdo.

Sin embargo, algunas veces los pensamientos intrusivos pueden ir asociados a fuertes dudas acerca de la supuesta irracionalidad otorgando una credibilidad excesiva. Por esa razón, valorar la probabilidad real de que ocurra nuestro pensamiento en la realidad es un paso para entender lo verídicos que son estos pensamientos.


¿Deberías preocuparte?

La respuesta clara y concisa es «depende». Son pensamientos que tenemos todas las personas en algún momento y que nos deberían preocupar únicamente si llegaran a afectan nuestra vida por su intensidad y frecuencia.

El cerebro genera constantemente asociaciones, aunque no todas son útiles. Un elevado porcentaje son aleatorias e incluso absurdas. La mente tiende a generar con más probabilidad este tipo de pensamientos de forma intensa y desagradable cuando tenemos fluctuaciones en nuestro estado de ánimo, cuando necesitamos resolver problemas que se alargan en el tiempo y ante épocas de mucho estrés que requieren encontrar el equilibrio, entre otros. 

En algunos trastornos de salud mental, este tipo de pensamientos es un signo que exterioriza el malestar que estamos sufriendo. Tal es el caso del Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), cuyos pensamientos intrusivos generan mucha ansiedad y llevan a rituales o compulsiones para aliviarla que se repiten a modo de círculo vicioso.

ree

Durante las etapas de alto estrés y ansiedad, nuestra mente utiliza la anticipación como mecanismo de defensa. Esta estrategia preventiva busca controlar aquellos aspectos que nos generan sensación de seguridad. Es común escuchar frases como: «ahora no me apetece hacer nada porque cualquier pequeña decisión me supone preocupación».

Otros trastornos de salud mental, como aquellos de personalidad o del estado de ánimo, pueden mostrar pensamientos intrusivos. Los cambios en el ciclo vital también pueden suponer momentos de ruptura personal. A veces surgen cuando estamos atravesando situaciones nuevas, dolorosas o de gran responsabilidad como la maternidad, un duelo o comenzar una nueva etapa laboral, etc.

La reacción emocional detrás de un pensamiento intrusivo puede ir desde la tristeza, el enfado a la ansiedad más elevada. En este sentido, la ansiedad es una respuesta adaptativa como parte del mecanismo de supervivencia de la especie. En nuestros genes tenemos una voz de alarma que nos hace ponernos en guardia cuando detectamos un peligro. Esta reacción inminente de nuestro organismo y nuestro cerebro implica cambios en prácticamente cada célula de nuestro ser con el objetivo de afrontar ese peligro huyendo o luchando.

La ansiedad no es mala en sí misma, aunque sea desagradable. Nuestro corazón se acelera, nuestros músculos se tensan, respiramos más rápido, aumenta nuestra temperatura corporal, y otros cambios más suceden debido a la complejidad de nuestro organismo. Cuando estamos en una situación de peligro real, esta emoción que sentimos es idéntica a la que percibimos cuando pensamos que tenemos un tumor en la cabeza.

La única diferencia es que, si un depredador nos ataca, esta emoción es útil para confrontarlo porque existe una situación peligrosa. Sin embargo, cuando atacamos al enemigo incorrecto no podemos avanzar en nuestras propias batallas. 

Al igual que la ansiedad nos prepara para gestionar un peligro, el enfado y la tristeza toman un rol activo en situaciones complejas. Mientras el enfado aparece como una manera de enfocarnos en agravios, humillaciones y tratos no adecuados para defendernos, la tristeza nos paraliza con el fin de reunir las fuerzas para el próximo asalto.

En Proyecto Kintsugi hemos creado un espacio para ayudarte manejar mejor tus experiencias y situaciones más difíciles. Podemos acompañarte en este camino.

María Gálvez

Psicóloga general sanitaria


 
 
bottom of page