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Del acoso escolar a la adultez

Actualizado: hace 3 días




Introducción

El acoso escolar puede ser una experiencia profundamente dolorosa que puede dejar cicatrices duraderas en la vida de las personas que lo experimentan. Las tasas de acoso escolar varían según el país y las diferentes regiones del mundo, aunque en España se han reportado tasas de acoso escolar que van desde el 5% hasta el 25% en diferentes estudios a través de la Encuesta Nacional de Salud Escolar de España (ENSE). El acoso escolar es una preocupación global y se considera una lacra en muchos países. Es un problema grave que afecta negativamente a la salud física y mental de infantes y adolescentes, así como a su rendimiento académico y su bienestar emocional.

Las consecuencias del acoso escolar pueden ser devastadoras, incluyendo ansiedad, depresión, bajo rendimiento académico, trastornos de alimentación, autolesiones e incluso suicidio. Tomar medidas para prevenir y abordar este problema de manera efectiva requiere brindar apoyo y recursos adecuados a quienes lo están experimentando. Es fundamental abordar el acoso escolar de manera efectiva a través de la implementación de políticas y programas escolares que promuevan un entorno seguro y acogedor para todos los estudiantes. Además, la concienciación pública y la educación sobre el tema son clave para prevenir y combatir el acoso escolar a nivel mundial. Sin embargo, aunque se conocen las medidas de actuación para frenar este problema social, ¿por qué se sigue produciendo en la actualidad?


Las secuelas del bullying en una persona adulta

La palabra "bullying" procede del inglés, a pesar de que no tiene una traducción literal precisa en español, se utiliza generalmente en el ámbito escolar para describir comportamientos de acoso, intimidación, maltrato o agresión. La palabra "bully" en inglés significa "matón" o "abusón", refiriéndose a alguien que molesta o intimida a otras personas, especialmente a aquellas que percibe como vulnerables. En este sentido, con frecuencia se produce lo que se conoce como el ciclo de victimización donde las víctimas de acoso escolar pueden convertirse en acosadoras ellas mismas como una forma de tratar de recuperar el poder y el control que han perdido.

Esto puede perpetuar un ciclo de violencia y abuso en el entorno escolar, desdibujando los límites entre víctima y verdugo en el futuro. Esta experiencia puede ser extremadamente angustiante y traumática ya que a menudo las víctimas de acoso escolar viven con un sentido constante de miedo y ansiedad. Es una preocupación constante por lo que pueda suceder en la escuela, en el camino hacia o desde ella, y en cualquier momento en el que estén expuestas a sus acosadores.

El aislamiento es otra de las fases de esta forma de maltrato, debido a que pueden evitar interactuar con otras personas por temor a la humillación o abuso. Es normal sentir soledad y aislarse en esta situación, lo que produce un impacto todavía más devastador en su autoestima. Pueden comenzar a dudar de su valía como personas y a preguntarse si de alguna manera merecen el trato que están recibiendo. Esta noción afecta a sus relaciones sociales de pareja y amistad, entre otras. Pueden tener dificultades para confiar en las demás personas, establecer amistades sólidas y mantener relaciones saludables debido al sufrimiento y la desconfianza que han experimentado.

Las víctimas pueden experimentar cambios en su estado de ánimo, pérdida de interés en actividades que solían disfrutar y dificultades para dormir, junto a diferentes condiciones de salud mental que pueden interferir con su rendimiento académico. Pueden tener dificultades para concentrarse en clase, completar tareas escolares o asistir regularmente a la escuela debido al miedo y la ansiedad que experimentan.

En la etapa adulta, estas viejas heridas pueden convertirse en diálogos internos a través de nuestros pensamientos, cuyos comentarios reflejan una baja autoestima y una ausencia de confianza en la propia persona al dudar de nuestra valía personal y de nuestras capacidades. La falta de confianza propia puede llevar a dificultades para confiar en otras personas, lo que afecta a las relaciones personales y profesionales. Todo esto conlleva un aislamiento social o dificultad para formar y mantener relaciones significativas saludables y satisfactorias. Las víctimas pueden desarrollar estrategias de evitación para evitar a los acosadores y las situaciones que les recuerden el acoso.

Esta experiencia puede desencadenar problemas de identidad, especialmente en el desarrollo de una identidad positiva, llevando a la confusión sobre la autoimagen y su lugar en el mundo. Además de una mayor probabilidad de desarrollar problemas de salud mental como:

  • Trastornos de ansiedad: trastorno de ansiedad generalizada, fobias específicas, o trastorno de pánico debido al estrés crónico y al estado de alerta constante que vivió la persona.

  • Trastornos del estado de ánimo (depresión): Una de las secuelas más graves del bullying es la depresión. Las experiencias negativas repetidas pueden llevar a sentimientos de desesperanza y desvalorización personal, aumentando el riesgo de desarrollar esta enfermedad mental.

  • Trastorno de estrés postraumático: Algunas personas que han sido víctimas de bullying pueden experimentar síntomas de este trastorno, especialmente si el acoso fue particularmente violento o sostenido. Esto puede incluir revivir los eventos, evitar situaciones que recuerden al bullying, y experimentar hipervigilancia.

  • Abuso de sustancias: Las personas que han sufrido bullying pueden recurrir al abuso de alcohol o drogas como una forma de automedicarse para aliviar el dolor emocional y psicológico.

El estrés crónico causado por el acoso puede contribuir a problemas de salud física como dolores de cabeza, trastornos gastrointestinales y trastornos del sueño. Incluso aumentar el riesgo de pensamientos suicidas, intentos de suicidio y comportamientos autodestructivos en las víctimas durante el episodio y a largo plazo. Especialmente si la persona se siente atrapada o sin salida.

Es importante reconocer y abordar el bullying de manera efectiva para prevenir estas secuelas y proporcionar apoyo y recursos adecuados a las víctimas. La intervención temprana y el acceso a servicios de salud mental son fundamentales para ayudar a las personas a recuperarse del acoso y reconstruir su bienestar emocional y psicológico. Poseemos una resiliencia natural que puede fortalecerse para superar las secuelas del acoso escolar con el apoyo adecuado, incluyendo: terapia psicológica, apoyo de nuestra red de amigos y familiares, y medicación en algunos casos. Reconocer y abordar estos problemas es el primer paso hacia la recuperación y el bienestar a largo plazo.


Puntos de vista: la persona que acosa y la que es acosada

Algunos personajes públicos han hablado alto y claro sobre experiencias de acoso escolar como una vivencia desagradable que ha marcado un antes y un después dentro de sus propias vidas. Desde Yolanda Ramos a Jesús Vázquez o Kate Winslet, sus experiencias coinciden en ciertos factores que aumentan la probabilidad de que una persona sea víctima de acoso escolar. Esto no debe ser un arma para justificar o culpabilizar a quienes han pasado por estas experiencias ya que la responsabilidad recae en quien ejerce una conducta de maltrato.

Una mayor vulnerabilidad a sufrir esta experiencia incluye las diferencias individuales. Cualquier característica que haga que una persona destaque en su entorno escolar, ya sea por su apariencia física, personalidad, orientación sexual, raza, religión, habilidad académica o cualquier otro rasgo puede aumentar el riesgo de ser acosadas. En este sentido, las personas que pertenecen a minorías étnicas, culturales o de género pueden ser blanco de acoso debido a la discriminación o la falta de comprensión por parte de otros. Las personas con discapacidades físicas, cognitivas o de aprendizaje también debido a su diferencia de habilidades.

Aquellas que tienen dificultades para establecer relaciones interpersonales o que son más tímidas pueden ser percibidas como objetivos más fáciles si se percibe que tienen dificultades sociales o habilidades sociales limitadas. De hecho, los acosadores que buscan ejercer poder y control sobre otros pueden preferir a aquellas personas con baja autoestima debido a que son percibidas como más vulnerables. Al carecer de personas que intervengan en su defensa, las personas que se sienten solas o que carecen de un fuerte sistema de apoyo social pueden ser más susceptibles. Las dificultades en el hogar, como la falta de apoyo familiar o el abuso, pueden aumentar esta vulnerabilidad.

Es importante tener en cuenta que estos factores no garantizan que una persona será víctima de acoso escolar, pero pueden aumentar su vulnerabilidad. También es fundamental reconocer que el acoso escolar es inaceptable en cualquier forma y que ninguna persona merece ser maltratada por ninguna razón.

Si estás experimentando acoso escolar o conoces a alguien que lo está experimentando, es necesario buscar ayuda y apoyo tanto de personas adultas de confianza como de profesionales. En este sentido, conocer la dinámica tanto de la persona que recibe el acoso como el que lo ejerce puede ayudarnos a identificar experiencias de bullying. Esta dinámica es compleja y varía según el contexto y los individuos involucrados. Sin embargo, se pueden identificar ciertos patrones y motivaciones típicas en ambos perfiles:

La persona que acosa

  • Necesidad de poder y control: buscan ejercer dominio o poder sobre otras personas para sentirse superiores o en control. Esto puede ser reflejo de su propia inseguridad o de situaciones en las que se sienten impotentes.

  • Imitación de comportamientos aprendidos: pueden estar replicando comportamientos de intimidación o abuso que han observado en su entorno.

  • Falta de empatía: dificultades para ponerse en el lugar de sus víctimas y comprender el impacto de sus acciones. Esta falta de empatía facilita la justificación de su comportamiento.

  • Búsqueda de atención o validación: buscar atención o reconocimiento de sus pares, y encuentran en el acto de acosar una manera de ser notados o incluso admirados dentro de ciertos grupos.

  • Problemas personales o familiares: pueden actuar agresivamente como una forma de canalizar su frustración, ira o dolor.

La persona acosada

  • Sentimiento de vulnerabilidad: suelen sentir vulnerabilidad, infenesión y soledad frente a la situación, lo que puede afectar profundamente su autoestima y confianza.

  • Miedo y ansiedad: emociones constantes debido a la preocupación por cuándo y cómo será la próximo violación a su integridad. Esto puede llevar a evitar ciertos lugares o situaciones que consideran peligrosos.

  • Aislamiento social: por vergüenza, por deseo de evitar al acosador o porque sienten que nadie puede ayudarles. Esto puede incrementar los sentimientos de soledad y desesperanza.

  • Cuestionamiento de la propia persona: Pueden internalizar el acoso y comenzar a cuestionar su propio valor, preguntándose si de alguna manera son responsables o merecen lo que les sucede.

  • Desconfianza hacia los demás: especialmente si sienten que su entorno les ha fallado al no proporcionar el apoyo o la protección adecuada.

Mientras que la persona acosada sufre las consecuencias directas del acoso, la persona que agrenede puede estar manifestando problemas subyacentes que también necesitan ser abordados. Es crucial que las escuelas, las familias y la sociedad en general trabajen juntas para prevenir el acoso y promover ambientes seguros y respetuosos para todos.


¿Cómo sobrevivir al acoso escolar?

Si lamentabnlemente una persona se encuentra en tal situación, sobrevivir al acoso escolar de manera «más saludable posible» es crucial, con el objetivo de minimizar su impacto y prevenir futuras consecuencias. Para los estudiantes se recomienda:

  • Mantener la calma y no responder con otra agresión: Responder agresivamente puede escalar la situación. Intentar mantener la calma y alejarse si es posible.

  • Buscar ayuda inmediatamente: Hablar con un profesor, consejero escolar, administrador o cualquier adulto de confianza. No es delatar; es cuidar de tu seguridad y bienestar.

  • Registrar los incidentes: Escribir lo que sucedió, incluyendo fechas, horas, lugares y testigos. Esto puede ser muy útil para personas adultas que puedan ayudar a resolver la situación.

  • Quedarse en grupo: Los acosadores a menudo atacan cuando las víctimas están solas. Mantenerse en compañía siempre que sea posible.

  • Practicar respuestas: En algunos casos, practicar respuestas cortas y firmes puede disuadir al acosador. No obstante, evalúa la situación cuidadosamente; la seguridad es lo primero.

Es importante para las personas adultas responsables, actuar rápidamente para detener el maltrato y ofrecer un ambiente seguro para que las personas acosadas se expresen. Validar sus sentimientos es un primer paso crucial hacia la recuperación. Adicionalmente, en el caso de educadores es recomendable recopilar toda la información necesaria sobre el incidente, incluyendo testimonios de testigos, antes de tomar cualquier medida disciplinaria, por si fuera pertinente desarrollar un plan de acción claro. Esto puede incluir mediación, acciones disciplinarias, apoyo para la víctima y estrategias para restaurar un ambiente escolar seguro. Es necesario implementar programas de prevención y sensibilización que fomenten un ambiente escolar de respeto y empatía.

Para cuidadores, es esencial una escucha activa hacia los menores, ya que si te comparten experiencias de acoso están depositando una confianza en ti. Aprovecha esa oportunidad para escuchar sin juzgar, mostrando apoyo y comprensión. Asimismo, ayuda a desarrollar habilidades sociales y de resolución de conflictos. La confianza en su propia persona es una poderosa defensa contra el acoso. Si observas signos de angustia emocional como ansiedad, depresión o cambios en el comportamiento, considera la posibilidad de buscar apoyo psicológico. No olvidemos monitorizar el uso de la tecnología ya que el ciberacoso es una extensión del acoso escolar. Mantén conversaciones abiertas sobre el uso seguro y respetuoso de la tecnología.

Desde la psicología ante estas situaciones se recomienda establecer una comunicación abierta y de confianza con quien está siendo acosado. Donde validar sus sentimientos, reconociendo sus sentimientos y explorar estrategias de afrontamiento. Estas experiencias pueden ayudarle a desarrollar estrategias saludables para hacer frente al acoso, como el autocuidado y la búsqueda de apoyo social. Trabajar en fortalecer la autoestima y la confianza en sí mismo puede ayudarle a identificar sus fortalezas y habilidades únicas para establecer unos límites saludables.

Educa sobre la importancia de la empatía y el respeto hacia los demás para ayudarle a comprender las perspectivas y sentimientos de los demás, incluidos les agresores. Fomentando la resiliencia al enseñarle sobre la capacidad de recuperación frente a la adversidad, ayudando a encontrar significado y propósito en sus experiencias difíciles. En este sentido ayudarle a procesar y gestionar sus emociones relacionadas con el acoso, como la ira, la tristeza y el miedo puede ayudarle en su procesamiento emocional. No olvides ofrecer apoyo continuo a lo largo del proceso. Hazle saber que estás ahí para ofrecer apoyo y que siempre puede contar contigo.

Es importante recordar que cada situación de acoso escolar es única y requiere un enfoque individualizado. Como profesionales de salud mental, el objetivo es proporcionar un espacio seguro y de apoyo para que el estudiante pueda explorar sus experiencias y desarrollar habilidades para hacer frente al acoso de manera saludable y efectiva. Si has pasado por una experiencia similar o conoces a alguien que en este momento necesite un apoyo, recuerda que en Proyecto Kintsugi podemos ayudarte.



María Gálvez

Psicóloga general sanitaria

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