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El gran tabú

Actualizado: 13 sept



 

Si tú o alguien que conoces tiene pensamientos suicidas, no dudes en llamar al 024 en España. Muchos países y localidades ofrecen servicios similares, búscalos en tu lugar de origen. Click aquí para conocer otros recursos e iniciativas en el territorio español.

 

Buscando respuestas

Es llamativo lo que sucede cuando buscas información sobre el suicidio o palabras similares en gran parte de los navegadores. Te redireccionan a diferentes alertas de publicidad sobre líneas de ayuda o mensajes de prevención. Lo mismo pasa en redes sociales, donde además, muchas de ellas están prohibidas.

No es mera casualidad. La inteligencia artificial de estas herramientas de búsqueda está adaptada a la normativa de cada país y el suicidio, aunque sea una verdad incómoda, se ha convertido en una de las principales causas de muerte en el mundo desarrollado.

El recuento de esta cruda realidad en España alcanza las 12 muertes al día con un mayor riesgo en población joven. Después de la pandemia COVID-19, esta situación junto al incremento de autolesiones ha aumentado de forma alarmante.


¿Por qué no se habla al respecto?

Además de ser una verdad incómoda, el suicidio sigue siendo un tema tabú dado que es muy sensible y complejo. Lo es aún más debido a que evitamos hablarlo. Esta postura impide una discusión abierta y efectiva sobre sus causas, prevención y el apoyo necesario para quienes podrían estar en riesgo.

Abordar este tema requiere sensibilidad y un enfoque cuidadoso, pero es crucial para mejorar la comprensión y la prevención del mismo.

A la mayoría de las personas no nos gusta hablar del suicidio, entre otras razones, por el estigma social que comprende. En ciertas culturas se percibe como un signo de debilidad o un acto inmoral, lo que puede llevar a evitar su reconocimiento para no enfrentar juicio social, discriminación o rechazo. Algunas culturas y religiones lo condenan fuertemente, lo que impide que se hable abiertamente debido a normas sociales y religiosas.

La falta de conocimiento sobre algunos temas de salud mental y el suicidio en específico, puede llevar a una persona a temer decir algo incorrecto o a empeorar la situación. Este desconocimiento y miedo a su vez generan una inseguridad sobre cómo abordar el tema adecuadamente.

De hecho, hablar de ello puede generar tristeza, incomodidad, ansiedad o incluso desencadenar recuerdos dolorosos en aquellos que han perdido a alguien por suicidio. Es un tema que generalmente provoca sensaciones y emociones que no resultan agradables.

El suicidio es profundamente traumático, tanto para las personas que lo han intentado o ejecutado, como para aquellas a su alrededor. Muchas veces puede llevar a un silencio por dolor o por el deseo de no revivir estos recuerdos traumáticos.

Existe una creencia errónea, aunque común, de que hablar sobre el suicidio puede incitar pensamientos de este carácter o acciones suicidas al considerarlo como una opción.

La evidencia sugiere que hablar abiertamente sobre el suicidio de manera cuidadosa y compasiva puede ser una estrategia de prevención. Este miedo al contagio puede conducirnos a lo que intentamos evitar. Es mejor hablarlo, con sensibilidad y responsabilidad.

Esto se conoce como el efecto Werther, que hace referencia al fenómeno de contagio suicida, donde la cobertura mediática de un suicidio puede llevar a un aumento en los casos de suicidio en la población general. La cobertura detallada sobre los métodos de suicidio puede llevar a un aumento en los suicidios usando esos métodos específicos.

Las personas pueden imitar el método y las circunstancias del suicidio que se ha publicitado. Asimismo, aquellas personas que se identifican con la persona fallecida (por edad, género o circunstancias similares) tienes mayor riesgo de reproducir este comportamiento.

La cobertura repetitiva y sensacionalista de los suicidios puede amplificar el efecto, haciendo que el acto parezca una opción más viable para otras personas en situación de vulnerabilidad.

Algunos estudios han encontrado una correlación entre la cobertura mediática de suicidios y un aumento en las tasas de suicidio después de la exposición de algunos casos. Por ejemplo, tras el suicidio del actor Robin Williams en 2014, se observó un incremento en los suicidios en los Estados Unidos.

Estas experiencias han conducido a desarrollar unos parámetros de actuación en el mundo del periodismo y la publicidad para mitigar el efecto Werther. Las directrices que se han desarrollado para la cobertura mediática de suicidios comprenden las que aparecen a continuación:

  • No sensacionalizar: Evitar el sensacionalismo y los detalles explícitos del método utilizado.

  • Información responsable: Enfocar la cobertura en los aspectos de salud mental y las consecuencias del suicidio, y no en los detalles del acto en sí.

  • Proporcionar recursos: Incluir información sobre recursos de apoyo y líneas de ayuda para personas en crisis.

  • Historias de supervivencia: Promover historias de personas que han superado pensamientos suicidas y han buscado ayuda, proporcionando modelos positivos a seguir como ocurre en el efecto Papageno.

El efecto Werther subraya la responsabilidad de los medios de comunicación al informar sobre suicidios. Un enfoque cuidadoso y respetuoso puede ayudar a prevenir el contagio suicida y fomentar un entorno donde se pueda buscar y recibir ayuda adecuadamente.

En este sentido, hablar de manera responsable y educativa puede tener el efecto contrario, el efecto Papageno, que reduce el riesgo al mostrar alternativas positivas. Este fenómeno se refiere al impacto positivo que la cobertura mediática de historias de superación y afrontamiento de crisis suicidas puede tener en la prevención del suicidio.

Para crear modelos positivos es necesario presentar historias de personas que han enfrentado pensamientos suicidas y han encontrado maneras de superarlos a través de la búsqueda de ayuda, apoyo social y estrategias de afrontamiento

Enfocarnos en las soluciones proporciona descentrarnos del acto suicida, ya que el efecto Papageno enfatiza las soluciones, el apoyo y las alternativas disponibles para las personas en crisis.

Al compartir historias de recuperación y resiliencia, se reduce el estigma asociado con la búsqueda de ayuda para problemas de salud mental. Fomentando que más personas se sientan cómodas buscando apoyo.

La cobertura de historias de resiliencia y superación puede tener un efecto protector, disminuyendo las tasas de suicidio mediante historias de supervivencia utilizando las siguientes estrategias:

  • Desde los medios de comunicación a las campañas de salud pública que pueden enfocarse en compartir historias de personas que han superado pensamientos suicidas y han encontrado apoyo efectivo.

  • Proveer información sobre líneas de ayuda, servicios de salud mental y otros recursos disponibles para quienes están en crisis facilitando información sobre recursos de ayuda.

  • Incrementar la conciencia sobre los signos de advertencia del suicidio y cómo ofrecer ayuda a alguien que pueda estar en riesgo.

  • Destacar cómo las personas han utilizado estrategias de afrontamiento y resiliencia para superar momentos difíciles.

El efecto Papageno subraya la importancia de la representación positiva y de las narrativas de superación en la cobertura mediática y en la comunicación pública sobre el suicidio.

Promover estas historias puede ser una herramienta poderosa en la prevención del suicidio, ofreciendo esperanza y mostrando que la recuperación es posible.

 

Causas, origen y prevención

El suicidio no tiene una sola causa, es un fenómeno complejo que se da a raíz de la interacción de múltiples factores. En este sentido, para poder aprender a identificar una tendencia a pensamientos suicidas, podemos empezar por conocer los factores de riesgo en general, y los factores precipitantes por grupos concretos.

Lo fundamental y la principal señal a la que debemos prestar todo nuestro interés, es cuando una otra persona verbaliza sus ideas suicidas.

Sin lugar a dudas, el principal factor de riesgo a tener en cuenta es que la persona ya lo haya intentado antes.

Condiciones como los trastornos depresivos, bipolear o de personalidad, la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad, y otras afecciones de salud mental pueden aumentar el riesgo de suicidio, aunque no es la única condición.

Circunstancias vitales como aquellos eventos estresantes que comprenden desde la pérdida de un ser querido, el desempleo, problemas legales o financieros también pueden ser desencadenantes. Así como elementos sociales como el aislamiento, la falta de redes de apoyo, y experiencias de bullying o discriminación aumentan el riesgo.

Otros factores de riesgo importantes que debemos tener en cuenta son:

  • Ser varón. Aunque los intentos de suicidio son más frecuentes entre las mujeres, los hombres son más propensos a ejecutarlo.

  • Desesperanza. Presente en la depresión y también en enfermedades físicas cuando alguien atraviesa un sufrimiento físico o emocional que considera interminable, inescapable, e insoportable, y es incapaz de imaginar un futuro mejor.

  • Ausencia de apoyo social (soledad, aislamiento).

  • Ideación suicida.

  • Enfermedad física, cronicidad, dolor o discapacidad.

  • Historia familiar de suicidio.

  • Encarcelamiento o institucionalización.

  • Fácil acceso a medios para suicidarse.

  • Condición sexual. El colectivo LGTBIQ+ presenta mayores tasas de suicidio consumado.

  • Experimentar o presenciar eventos vitales estresantes (viudedad/despido).

  • Factores sociales y ambientales (situación laboral, ERTES, problemas familiares…etc.).

  • Antecedentes de suicidio en el entorno.

  • Intentos previos de suicidio.

  • Consumo de sustancias. El abuso del alcohol y las drogas puede empeorar los pensamientos suicidas.

  • Antecedentes familiares de trastornos mentales, abuso de sustancias, suicidio o violencia.

No obstante, la prevención del suicidio es posible y efectiva cuando abordamos romper el estigma a través de la educación y la sensibilización sobre la salud mental. Es importante favorecer el soporte de la comunidad al crear redes de apoyo comunitario, incluyendo programas escolares, lugares de trabajo, y otros espacios comunitarios, así como intervenciones de crisis: Líneas directas de suicidio y otros servicios de emergencia que pueden proporcionar ayuda inmediata como es el servicio del 024 en España.

Mejorar el acceso a servicios de salud mental y asegurar recursos acccesibles para personas en crisis forma parte de los valores del Proyecto Kinstsugi.


Autoayuda y apoyo a otras personas 

Ante una tentativa de suicidio es recomendable buscar ayuda profesional, involucrando a profesionales de la salud mental para encarar pensamientos suicidas propios o ajenos.

Hablar abiertamente y fomentar un ambiente en el que las personas se sientan seguras para expresar sus sentimientos y buscar ayuda es tan necesario como prestar atención a signos de alerta en amistades y familiares para ofrecer apoyo.

En recomendable que, si una persona está pensando en el suicidio, atender cualquier comentario que la persona haga al respecto. Lejos de lo que se piensa, más de la mitad de casos que ejecutan el suicidio habían comentado su intención antes, o habían dado muestras de ello.

La idea de «el que quiere suicidarse no lo dice» es uno de los mitos más arraigados, interfiriendo en su prevención. El 60% de las personas que se suicidaron habían buscado ayuda la semana antes, e incluso acudieron al médico el mismo día que se suicidaron.

Una actitud de ayuda implica saber escuchar, que significa ante todo reprimir el impulso de quitar las ideas suicidas y no comenzar con frases huecas, ni comentarios educativos o moralizantes. Expresar calidez, empatía y honestidad, tomarse en serio cualquier manifestación, amenaza o sospecha de suicidio. Inclusive hablar directa y claramente con la persona en riesgo y que exprese cómo se siente.

El objetivo es ganar todo el tiempo posible al proponer aplazarlo para otro momento, evidenciando lo definitivo y dramático de la solución para un estado provisional en el momento presente. El suicidio puede ser una solución definitiva, a un problema sólo temporal.

En este sentido, intentar encontrar soluciones prácticas, aunque sean temporales. Por ejemplo, dormir esa noche en su casa para supervisar, y acompañarle en todo momento. Dejar hablar y desahogarse. Es mucho más eficaz que empezar confrontado la decisión. También es recomendable retirar todo lo que pueda servir para autolesionarse y controlar el acceso a la medicación, así como el consumo (por exceso o defecto) de la pautada.

Buscar ayuda profesional y tener a mano siempre estos medios de contacto es otra máxima en estas situaciones mediante los servicios de emergencias, el hospital, el Centro de Atención Primaria, etc.

No se recomienda bajo ningún concepto en estas situaciones minimizar el riesgo, restarle importancia, frivolizar, o tratar el tema como una «llamada de atención». Cuando alguien habla de suicidarse, no está llamando la atención, está pidiendo ayuda, para una situación que no sabe cómo gestionar.

En algunos casos estas peticiones de ayuda pueden suceder con frecuencia, son desproporcionadas, o podemos intuir cierta intención manipuladora o instrumental. Sea como sea, tenemos que prestarle atención.

Puede darse el caso de que la persona que verbalice su intención, incluso se haya provocado alguna autolesión previamente, y esto aumente nuestra inquietud, o por el contrario pensemos que, si quisiera hacerlo, se habría autolesionado de una manera más contundente o letal.

En este sentido, las autolesiones no siempre son la antesala del suicidio, pero la práctica repetida puede suponer un aumento del umbral de tolerancia al dolor físico, y que la persona sin pretenderlo termine finalmente con su vida por un «error de cálculo» sin querer terminar realmente con su vida.

Lo que no hay que hacer nunca ante una tentativa o idea suicida comprende:

  • Ignorar las señales, no tomarlo en serio

  • Reprender o reprochar a la persona

  • Retar, cuestionar, desafiar, provocar (ej., «Si quisieras matarte de verdad ya lo habrías hecho...»)

En todo el territorio nacional están proliferando muchas asociaciones de supervivientes, y recursos de ayuda para personas en riesgo, y de atención a supervivientes del suicidio de un familiar como las que aparecen a continuación:

  • PREVENSUIC: Aplicación para Smartphone dirigida a familiares, profesionales y personas en riesgo.

  • Línea de atención a la conducta suicida: 024

  • Teléfono de la Esperanza: 717 003 717

  • Red Nacional Psicólogos Expertos en Suicidio Psicólogos Princesa 81 S.L.P.

  • AFASIB (Familiars i Amics Supervivents per suïcidi de Les Illes Balears (Islas Baleares)

  • APSAS: Asociación para la Prevención del Suicidio y Ayuda al Superviviente. (Gerona)

  • APSU: Asociación para la prevención y apoyo afectados/as por suicidio (Cdad. Valenciana)

  • ASAM: (Burgos).

  • BESARKADA-Abrazo: Navarra.

  • BIZIRAUN: País Vasco

  • DSAS: (Barcelona)

  • Fundación Alaia (Madrid)

  • Grupo Supervivientes de León.

  • Hay Salida, Suicidio y Duelo: (Cantabria)

  • Red Aipis Faeds (Madrid)

  • Teléfono Contra el Suicidio- Asociación la Barandilla (Madrid): 911 385 385.

  • Teléfono Prevención del suicidio (Barcelona): 900 92 55 55.

Recuerda que en Proyecto Kintsugi hay personas preparadas para ayudarte en todo lo que necesites.


María Gálvez

Psicóloga general sanitaria

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